martes, 22 de noviembre de 2011

EVALUACIÓN DEL TALLER Y DEL PRODUCTO

Evaluar el taller que se ha gestionado, a su término, significa comprometerse con las consecuencias personales, profesionales y hasta sociales que implica cualquier acción como la que se persigue con el taller diseñado.
Si bien, la evaluación de nuestro trabajo será en relación a si se obtuvieron o no los resultados esperados, si le lograron las metas fijadas o se alcanzaron los objetivos y propósitos del taller; ésta evaluación debe ser de manera cualitativa.
No hay un instrumento estandarizado o escalas que nos indiquen el éxito o fracaso de nuestro taller, solamente tenemos la experiencia del mismo y los resultados que pueden analizarse a manera de observación o escucha del diálogo sobre lo que aprendieron los padres de familia y nosotros mismos.

La evaluación se realiza en tres niveles:

  1. Evaluación de la metodología y temáticas del taller: si fueron suficientes y adecuadas para lograr cada uno de los propósitos, metas y objetivos fijados, y
  2. Evaluación de los conocimientos y reflexiones de la audiencia, es decir, de padres de familia o asistentes al taller: si se logró algún producto positivo y la descripción de estos mismos alcances.
  3. Evaluación del tallerista, es decir, de quién diseñó el taller: a manera de retroalimentación, analizando qué nuevos conocimientos se obtuvieron tanto durante la gestión del taller así como a lo largo de la aplicación del mismo. De esta manera, si se pretende gestionar por segunda vez una escuela para padres, podremos decir que contamos con mayor experiencia y tendremos más destreza para elegir las temáticas adecuadas bajo un correcto diagnóstico de necesidades y en la aplicación atinada de actividades y dinámicas grupales para lograr una reflexión y significación en nuestros asistentes al taller.
La finalidad más importante de evaluar nuestro taller es el de facilitar la toma de decisiones relativas a los factores sobre los que ha influido el taller.
La evaluación en estos tres niveles implica la necesidad de recoger evidencias del taller: puede ser mediante productos del taller como diarios de reflexión de los padres, material diseñado a lo largo del taller, fotografías o álbumes, diálogo de cierre y retroalimentación en mesa redonda con padres de familia, un filme, un diario de campo por parte del gestor del taller, toma de notas de procedimientos y observaciones durante las sesiones, mapas mentales de lo acontecido en las sesiones del taller, el registro de tareas que hayan realizado los padres, la toma de notas durante debates u organización de grupos operativos, etc. De esta manera, se menciona la forma de evaluación sugerida que podemos utilizar para analizar los datos recogidos para lograr nuestra evaluación cualitativa:


Esquema comparativo:

Todas las notas sobre las evidencias, hechos y observaciones realizadas durante las sesiones del taller, se acomodan a manera de un cuadro comparativo.
En este cuadro, habrán dos columnas, una en la que se describan las características del grupo de padres de familia (tanto en el discurso como en las dudas que presenten) al iniciar el taller, y una segunda columna con los mismos datos pero ahora con las características observadas después del taller. Así se logrará una comparación que constate datos ANTES y DESPUÉS del taller. Evaluando de esta manera los conocimientos adquiridos por los padres de familia e incluso en nivel de reflexión de los mismos sobre las temáticas trabajadas en el taller.
Este esquema comparativo puede contener varios cuadros de comparación: uno para la evaluación de los conocimientos y reflexiones de los padres de familia y asistentes al taller, y otro para la evaluación del tallerista o gestor del taller.
Los rubros que deberá de describir este cuadro comparativo pueden ser tan variados como se quiera, dependerá de qué tan profunda se desee hacer la evaluación y qué factores se consideran importantes de examinar para calificar el taller en su totalidad.

Al finalizar nuestro análisis, es conveniente resumirlo en un ensayo o reporte donde se exponga lo que se logró, lo que se omitió, lo que no se consiguió. Realizando observaciones en cada elemento del taller: metodología, evaluación de necesidades, resultados en la audiencia, temáticas y técnicas-actividades. Esto se agregará a la carpeta de fichas técnicas, junto con las evidencias que se hayan recogido, de esta manera tendremos no solamente parte del trabajo que se tomará en cuenta para la evaluación de este curso de Gestión de Escuela Para Padres (GEPP), si no que también se habrá conseguido llevar la teoría aprendida a la práctica en una experiencia de gran utilidad que promete beneficios tanto a los padres de familia como al docente o asistente educativo gestor y/o aplicador del taller mismo.

Bibliografía:

DE REFERENCIA:
·         Álvarez y García. (2002) “Diseño y evaluación de programas” EOS: Madrid

SUGERIDA Y DE TRABAJO:
·         Careaga y Sica (2006) “Aportes para diseñar e implementar un taller”. Archivo en línea y disponible en: http://www.dem.fmed.edu.uy/Unidad%20Psicopedagogica/Documentos/Fundamentacion_talleres.pdf (Tema 9)
·         “Manual de Orientación Familiar I” Curso práctico dirigido a maestros de los niveles del sistema de educación básica. Archivo disponible en: http://www.zona-bajio.com/Manual_OF.pdf (Todo el archivo)
·         Fresnillo y Fresnillo (2000) “Escuela para padres” España. Artículo disponible en: http://ficus.pntic.mec.es/spea0011/ptsc/ep2.pdf

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